Coronando el Cerro de San Antón como torres vigías, los molinos de viento de Alcázar de San Juan (Rocinante, Fierabrás, Dulcinea y Barcelona) no son sino ingenios mecánicos de gran precisión utilizados para moler el grano y obtener la harina gracias al aprovechamiento de la energía de la naturaleza: el viento.
El oficio del molinero era duro y muy temporal, requería de una gran fortaleza física para acarrear el cereal y la harina o mover las piedras cuando era preciso, y se realizaba en épocas muy concretas del año, tras la cosecha fundamentalmente, y sólo aquellas jornadas donde el viento era propicio para moler que podían ser de varios días seguidos.
Hoy se conservan 4 de los 19 molinos de viento y 2 de agua que llegó a tener la ciudad. Se pueden visitar dos de estos molinos. Uno como Centro de Interpretación del Paisaje Manchego y otro alberga una reconstrucción de la maquinaria original del siglo XVI donde se realizan moliendas tradicionales en diversas fechas a lo largo del año.
El Cerro de San Antón tienen otras obras singulares: la Cueva del Polvorín y las Canteras.
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ALCÁZAR DE SAN JUAN